5º Principio de Agricultura Natural

Cultivar el "no hacer" como principio trascendente de la práctica.

El “no hacer”

Inspirado en el ‘Wu Wei’ taoista, Masanobu Fukuoka, el padre contemporáneo de la Agricultura Natural, desarrolla por vez primera el concepto filosófico del ‘no hacer’ dentro de un ámbito agricultor. Con Juan Benítez Jamchen, y desde la asociación A.N.E., se incorpora como quinto principio, amplificando y clarificando su contenido y práctica dentro de la Agricultura Natural de Vida Natural Consciente.

Con la incorporación de este principio, la Agricultura Natural no sólo se hace materializable desde el primer momento de la práctica, ya que se realiza desde que da comienzo nuestra intención de conseguirlo, sino que, además, se le articula una efectividad trascendente o espiritual, dentro del marco de la propia práctica. Todo ello hace que se simplifique nuestro esfuerzo y el trabajo directo de campo y se incremente el trabajo positivo de nuestra mente, tanto en nuestra relación con la Naturaleza para conseguir el alimento, o para conservar, restaurar, etc., como en la relación con nuestra propia Vida.

Jamchen expone que entender el ‘no hacer’ como un no hacer absoluto y literal es un error dentro de la agricultura, ya que eso nos llevaría a dejar a la naturaleza a su total libre albedrío, dando lugar a un ecosistema salvaje dentro de la más pura supervivencia, sin otra posibilidad que la única ‘sola recolección’, con lo que eso no daría cabida ni a los precultivos ni a los cultivos naturales, y ellos también existen dentro de la Agricultura Natural.

Por lo tanto, se entiende el ‘no hacer’ relativo, como aquel hacer correcto, es decir, dejar de hacer donde no es necesario porque la Naturaleza ya hace, e implica una atención plena y una contemplación atenta de los fenómenos naturales que surgen a nuestro alrededor y en nuestro interior, dando posibilidad a que los fenómenos externos e internos se desarrollen libremente teniendo en cuenta su interacción múltiple, permitiendo, con ello, que la Naturaleza accione y se exprese en conjunción armónica con nuestras acciones.

El ‘no hacer’ concebido así, da posibilidad a que podamos dejar o incorporar silvestres dentro de nuestras zonas de cultivo, tanto de plantas de cobertura como de árboles, con lo que estamos proyectándonos en una realidad de convivencia auténtica e integral con la Naturaleza, que da facultades propias al mantenimiento y a la creación de la vida -tal como fue expresado en la Tierra filosofal de la Tabla Natural- y, con ello y del mismo modo, faculta la auténtica realización del sexto principio de la Agricultura Natural, que es el bosque Natural de alimentos, así como los otros dos principios: el séptimo de Vida Natural Consciente y el octavo relativo a las transiciones.

En palabras del autor: < cita ref: página 103 y 104 del Tratado de agricultura natural>:

“En definitiva, practicar el ‘no hacer’, dentro de la A.N., significa permitir que lo silvestre intervenga sin nuestra obsesiva intención de controlarlo todo, de esta manera, permitimos que la naturaleza se muestre, mientras nuestra observación activa se esfuerza en comprender el proceso infinito de la vida. Esto significa también, recapacitar y reconsiderar nuestra relación espiritual con la naturaleza, dando un paso de inacción, dando otros de acción adecuada, es decir, dando pasos hacia la consciencia. Todo ello hace que el ‘no hacer’ sea universal, también algo muy nuestro y no solo de una cultura lejana. Lo silvestre convive con nuestro alimento, permitimos que entre en nuestro espacio, pero no dejamos de cuidar de nuestros cultivos. Esta unificación, cuando es producida, se disuelve en una expresión espiritual donde la consciencia se expresa desde la más profunda esencia; genera nuestro alimento, nuestra paz, nuestra libertad, así como elevados pensamientos y sensibilidades”