Allá en un recodo de mi huerto natural, bajo un hermoso algarrobo que planté yo con mis propias manos, y que ahora calma la solana de mis contemplaciones, pensamientos y descansos, un puerro adulto acaba de enviarme un precioso saludo.
El gesto de quitarse el sombrero dignifica la magia de la vida, y da fuerza al respeto que le debemos a quien nos mira y a quienes miramos. Descubrirnos la cabeza para un encuentro memorable es de lo más complaciente.
Este puerro se alza entre otros jovencitos escondidos en la maleza de tomates y se entrelaza también con algunas ramitas hermanas del algarrobo que se une a la fiesta.
Descubre su cabeza el puerro madre para mostrarnos la flor más bella que parirá las valiosas simientes que un día nos dará nuevos hijos. Es un saludo a la vida, un nuevo alumbramiento que llena el sentido vital de toda la existencia.
Juan Benítez Jamchen