El castaño, nuestro tesoro ecosistemático
El castaño es un árbol valiosísimo que está perdiendo muchos espacios en la península por diversos motivos, como es habitual, humanos.
En las montañas del sur donde vivo, existe un castaño autóctono que se encuentra maravillosamente bien adaptado, sin embargo, de unos pocos años a esta parte, muchos ejemplares están muriendo por falta de lluvias. Estos árboles eligen zonas escondidas y sombrías de los estrechos valles, acomodándose a los bordes de los riachuelos, acequias y cañadas. Comparte hábitat habitual con los chopos, los sauces, los robles, entre otras especies
En el noroeste de la península, el caso es aún más traumático, ya que, siendo un hábitat habitual y cómodo para ellos, está siendo sustituido por los terribles cultivos artificialistas de eucaliptos. Esta eliminación, casi masiva, del castaño, tal como he comprobado con mis propios ojos, está trayendo diversos problemas ecosistemáticos, entre los que se encuentran las plagas que los está asolando a ellos y a otras muchas otras plantas. Las conclusiones de mis largas observaciones son, que estas plagas están relacionadas con los cultivos extensivos de eucaliptos, de hecho, son la causa origen y directa de estas enfermedades que están padeciendo los castaños. Con ello, la única manera de proteger al castaño en estas zonas es proveerle de bosque autóctono, -plantando robles y otras especies junto a ellos-, y poner todos los esfuerzos posibles, por no permitir el avance del eucalipto en su entorno.
Este verano visité una finca, en los límites galaico-asturianos, de un practicante de Agricultura Natural. Observé que, en centro de la misma, había unos ejemplares adultos de castaños donde uno de ellos estaba enfermo, sin una causa específica. No era casualidad que, este castaño enfermo, se encontraba más cerca que los otros, de los eucaliptos de las fincas vecinas. Era aterrador ver cómo aquel vergel estaba rodeado, por todas sus partes, de extensiones interminables de eucaliptos. Aconsejé al dueño que plantara robles por todos los bordes de la finca, como remedio de protección, y que mantuviese, lo más intacto posible, aquel centro ecosistemático maravilloso. Si mantenemos fuerte el centro, madre y origen de equilibrio, nuestro bosque Natural de alimentos se fortalece, sin dudas. Es justamente lo tratamos de hacer, cuando hablamos del “desde adentro hacia afuera” del sexto principio de la A.N. Los centros de bosque autóctono, han de mantenerse expansivos y mantener sus conexiones con los otros centros, para que puedan conservar el balance estable con nuestros cultivos naturales de frutales y otras plantas de alimento humano.
Norte o sur, o centro, da igual, la cuestión es que el castaño se encuentra en una situación muy crítica dentro de la península ibérica. Si queremos conservar este tesoro, los esfuerzos que debemos hacer no son pocos.
Hace unos 13 años, de una castaña salió un arbolito y este lo planté junto a la acequia. Se encuentra al lado de un sauce, un álamo blanco y otras arboledas que fui incorporando, poco a poco, intentando escenificar su hábitat natural. Este es el tercer año que tengo cosecha, y ha sido más abundante. Estas castañas tienen un sabor exquisito, para nada tiene que ver con las que compramos en el mercado. Durante un mes, tendremos cena asegurada de castañas junto al fuego. No hace mucho que descubrí, en las cañadas de abajo, un ejemplar silvestre, de no ser por este, seguramente mi castaño no hubiera podido polinizar y dar fruto.
Un vecino me ha pedido hijos de este árbol, así que he decidido reproducir unos cuantos para que esta especie no se pierda en el pueblo, que ya quedan realmente muy pocos.