El gran valor natural del tejo
"En las partes altas más sombrías de estas montañas del sur de Iberia donde vivo, existieron tantos ejemplares que llegaron a llamarla Sierra de Tejeda"
El Taxus baccata, comúnmente llamado tejo, desgraciadamente, es una más de las especies relictas por causa humana. Es un árbol muy valioso y difícil de cultivar si no tiene las condiciones de frío y sombra, y quizás cierta humedad, que les son propias.
En las partes altas más sombrías de estas montañas del sur de Iberia donde vivo, existieron tantos ejemplares que llegaron a llamarla Sierra de Tejeda. Hoy día, existen solo algunos ejemplares dispersos, aunque algunos pocos de ellos son de grandes dimensiones. Se han intentado hacer repoblaciones, pero no todas las veces ha funcionado como se esperaba.
Decía Abu l-Jayr, agrónomo andalusí y uno de los mayores arboricultores de la historia, que el tajs -tejo en árabe- se planta porque sirve para fabricar utensilios como copas, escudillas, tazas y otros materiales caseros. En la ya lejana cultura andalusí, el agricultor no era un simple productor de frutas y verduras, sino un experto conocedor de la naturaleza y un comprometido repoblador del mundo silvestre, y no solo por el uso variado que este podía tener, sino también por el ornamento y el valor ecológico, considerado incluso como algo divino.
Tal como el mismo autor señala: “la agricultura es una ciencia bien fundada, una gracia divina y una enorme recompensa”. Los agricultores naturales compartimos ahora ese mismo gran devenir y lo hacemos renacer con más fuerza incluso, si cabe, ensalzando el verdadero conocimiento de la Naturaleza, que es natural y consciente y esa misma ciencia fundada mencionada por Abu l-Jair, tal como ya fue ensayado en el Tratado de Agricultura Natural.
"El crecimiento del tejo es lento, pero los antiguos y cultos andalusíes no escatimaban esfuerzos por esa lentitud"
El crecimiento del tejo es lento, pero los antiguos y cultos andalusíes no escatimaban esfuerzos por esa lentitud, sabían que la buena y dura madera se cuece gracias a su tiempo. Tan dura es esta madera que cuentan por aquí, que los antiguos pastores hacían su hogueras en los mismos troncos para calentarse en los fríos inviernos. Pero, aunque un tronco-hoguera durase algunos años, aquellos pastores, ya cristianizados, no plantaban tejos, no tenían la mentalidad de repoblar y conservar, aunque solo fuese para usar. Y el árbol, después de su mucha explotación para construcción, etc., sin ser restituido, fue casi totalmente esquilmado en estas tierras.
Durante los primeros diez o quince años, intenté plantar tejos en mi finca y no tuve buenos resultados. La razón era obvia, me enfrentaba a un desierto. Hasta que el bosque no creciera y comenzara a haber sombras, era imposible plantearse este tipo de especie a los solo 800 metros de altitud que me encuentro (en esta sierra, los tejos crecen naturalmente incluso en la misma roca, pero escogen lugares semi-sombríos a una altitud mínima de unos 1.600 o 1.700 metros). Finalmente, hace unos cinco años, planté un tejo autóctono –Taxus baccata, subsp baccata– debajo de un pino piñonero ya crecido y otro no autóctono –Taxus baccata, subsp fastigiata– para observar sus crecimientos.
El autóctono ha crecido mucho más lento, apenas tiene un metro de altura, pero, tal como vemos en la imagen segunda, muestra una estupenda salud y alegría. El primero, sin embargo, que se encuentra justo enfrente del segundo y al refugio de una retama, ya alcanza los dos metros y también muestra salud y alegría. Sin duda, bajo sus tierras ya se tocan; ambos ya se conocen y se cuidan y, un día no muy lejano, con toda probabilidad, compartirán también el contacto directo en sus aires (obsérvese en la segunda imagen como, junto al Taxus b. fastigiata, ha crecido, posterior y espontáneamente, un aladierno –Rhamnus altaternus-, ahí compartirá también esa instintiva y estrechísima hermandad)
Este año, intentaré poner otro ejemplar autóctono en una cañadita debajo de un enorme acebuche, y al abrigo de las jóvenes sequoyas que, en pocos años si todo va bien, le cubrirán el sol veraniego del oeste. Por todo ello, es este un árbol que recomiendo a la hora de repoblar en todas esas zonas que sean sombrías, si no hay aporte de agua, o tengan cierta sombra en el caso de que contemos con riego o humedad, y, asimismo, donde no haga veranos extremos, que lo da la altitud o la latitud más septentrional de la península.