Las causas de la vida
"El origen y el mantenimiento de la vida es la unión de los cinco elementos. El quinto elemento es la fuerza vital, es misteriosa..."
El origen y el mantenimiento de la vida es la unión de los cinco elementos. El quinto elemento es la fuerza vital, es misteriosa y, en la Tabla Natural Consciente la hemos llamado Ayu, por virtud de nuestros propios ancestros culturales.
Si, gracias a esta conjunción, existimos todos los seres vivos, entonces, la única manera de mantenernos en la vida, es ayudar a que se siga manteniendo esa unión. Eso es lo que llamamos el orden de la vida.
Lo contrario a la vida, es la separación y esta existe como el desorden propio al que tiende toda materia, viva y no viva. Digamos que, aún con su fuerza puesta en mantener el orden de la vida, la tendencia al desorden es el fin último de toda manifestación viviente, pero hablamos de los ordenes individuales producidos, que tienen un tiempo y un espacio finito, no del orden en general, porque este se produce sin fin, ya que se renueva constantemente, siempre y cuando se produzcan las condiciones. Por tanto, mientras existan elementos y Ayu, habrá vida en esta Tierra.
Sin embargo, debemos saber que, tanto el agua, como el aire, como la tierra y como el fuego, no son vida por sí mismos, son vida en el sentido de que contienen la vida dentro cuando esta se conjuga con el resto de los otros elementos, que son las condiciones necesarias.
Es por esta razón que, cuando alguno de estos elementos, o todos, están contaminados, por diversas causas producidas, entonces hay falta de vida y el elemento pierde su maravilloso potencial de unión. Con el elemento enfermo, la vida enferma también, con lo que esta decae y termina por no producirse.
"El origen de la enfermedad y la muerte de toda Naturaleza viva"
Con todo ello, el origen de la enfermedad y la muerte de toda Naturaleza viva -plantas, animales, humanos y demás seres vivos-, es la contaminación de los elementos que componen la vida, estos son: el agua, la tierra, el fuego, el aire y el Ayu. Cuando en los cuerpos vivientes, que son los templos de la vida, introducimos algún elemento contaminado, entonces, estamos provocando esa enfermedad y esa muerte en él.
Hay múltiples causas de contaminación producidas de la mano humana. Por un lado, como la causa inicial, tenemos todos los productos químicos usados en la agricultura, en la industria y en la ganadería, por ello, es el primer y más importante principio de la Agricultura Natural.
Los fertilizantes, los antiplagas, los químicos para fabricar todos los tipos de materiales sintéticos, etc., son causas directas de contaminación de nuestros aires, aguas, tierras y fuegos, que terminan por introducirse en todos los cuerpos vivientes y dañar, como causa indirecta, el quinto elemento.
Por otro lado, tenemos causas posteriores, no menos importantes, yo diría, incluso, que de altísima gravedad, y que son incluidas dentro de este primer principio dentro del ámbito de la Agricultura Natural, que son aquellas que implican las intervenciones artificiales, es decir, químicas y tecnológicas, para controlar la producción de consumo, así como para controlar a los animales, a las plantas y a los propios humanos.
Estas causas no solo producen una contaminación directa en los cuatros elementos, sino que también contaminan de forma directa el quinto elemento, es decir, el Ayu, la fuerza vital.
Las causas posteriores han sido debidas al imperfeccionamiento de las tecnologías humanas. Intentando mantener nuestros hábitos de consumo y controlar a límites extremos la propia vida, creyendo tener, con esa supuesta ‘tecnología avanzada’, la capacidad para ser creadores de vida mediante el artificio humano, lo que está el humano produciendo es una contaminación aún más grave.
Los intentos infructuosos del control climático mediante fumigaciones continuadas para el mantenimiento de ciertas industrias, los intentos infructuosos del control de la enfermedad, natural o artificialmente derivada, de todos los seres vivos, mediante alimentos y medicamentos químicos, antiplagas, fertilizantes, etc., , lo que es aún peor, mediante productos de modificación genética artificial, que, no sólo son introducidos en los cuerpos, sino que además modifican los propios cuerpos.
"Eliminando las causas, eliminamos la posibilidad que se produzca la no vida"
Todas estos son causas posteriores que provocan contaminación en los elementos y en los cuerpos de vida, pero hay muchas más causas, como son los intentos infructuosos de controlar a un ser humano -con máquinas, virtualismos y otros aconteceres-, cada vez más distraído, sedentario y dependiente, para que no tenga capacidad de movimiento natural, para buscar su propio alimento o medicina, o para generar libremente sus cambios naturales según su idiosincrasia, o los intentos infructuosos de generar un alimento vegetal único, o unos cuerpos de vida diseñados artificialmente, sin que exista posibilidad para que existan las especies naturales sin modificación genética artificial, o, lo que es aún más grave, que sea sin retorno, y largo etc.
Cuando todas estas contaminaciones, mencionadas de paso, son mínimas, los cuerpos pueden tolerarlas, sin embargo, si son extremas, tal como está sucediendo y hemos visto con las causas posteriores, la cuerda de la vida se vuelve floja, demasiado floja.
Eliminando las causas, eliminamos la posibilidad que se produzca la no vida, y, con ello, favorecemos la vida, es decir, nos pondremos en marcha hacia la unión de todos los elementos, o, con otras palabras, nos pondremos en el camino de la virtud humana. Esta unión significa el amor necesario hacia nosotros mismos, tal como somos y hacia todo lo que nos rodea, tal como es en realidad por su propia naturaleza. Así es como podemos vivificar el sentido de la vida, así es como podemos ayudarla a mantenerse y que siga produciéndose.
Puestos en el camino de eliminación de las causas, el amor es el motor y es lo que nos ayudará también a comprender, la actitud compasiva que necesitamos para hacer que esta vida sea cada vez más y más maravillosa, saludable y acorde a nuestra propia naturaleza, de esta manera alimentamos el Ayu, que es la espiritualidad necesaria.
En la medida tolerable, aceptarnos tal cual somos y nacemos, aceptar todo tal cual es por su propia naturaleza, junto con el alimentarse de nuestras propios alimentos naturales todo lo que sea posible, el beber aguas limpias y puras, el respirar aires limpios y puros, el conectar y respetar las tierras puras, el permitir que los campos sigan siendo campos, plantando árboles silvestres, permitiendo el mundo silvestre de las coberturas, cuidando de aquellos bosques que ya existen, respetando la natural correspondencia de las cosas y manifestaciones, con agradecimiento permanente,…, en definitiva, alimentando la vida con la humildad necesaria frente a la fuerza misteriosa. Todo ello es el camino que puede permitirnos seguir con la vida, no hay otro posible.
El principio y el final de todo queda escenificado en un simple grupo de lechugas, que fueron plantadas sus semillas hace unos tres meses. No hay prisa, crecen lentas pero fuertes, tal cual su naturaleza, y, probablemente, dentro de un mes, junto con las demás que hemos repartido por las huertas, podremos empezar a alimentarnos de ellas y tendremos lechugas para todo el invierno y sus semillas primaverales para el próximo año.